Los principios de fe dicen así:
Creemos que todos los miembros de la iglesia tienen que sujetarse a las órdenes de sus dirigentes y oficiales, mientras que estos sean fieles a los principios de la fe, según la palabra de Dios (Hebreos 13:7,17; 1 Tesalonicenses 5:12-13).
Hebreos 13:7,17 “Acordaos de vuestros dirigentes que os hablaron la Palabra de Dios. Considerad el resultado de su vida, e imitad su fe….Obedeced a vuestros dirigentes, y sujetaos a ellos. Porque ellos velan por vosotros, como quienes han de dar cuenta, para que su obra sea con alegría y no gimiendo, porque esto no os sería útil.”
1 Tesalonicenses 5:12-13 “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, los que os presiden en el Señor y os amonestan. Tenedlos en mucha estima y amor, por causa de su obra. Vivid en paz entre vosotros.
“Se debería mostrar reverencia hacia los representantes de Dios: pastores, maestros y padres llamados a hablar y actuar en su lugar. Dios es honrado por el respeto mostrado hacia ellos.” C.N. 516/3
Los dirigentes han de ganarse el respeto:
“Los que han sido designados para cuidar los intereses espirituales de la iglesia deben esmerarse por ser un buen ejemplo sin dar ocasión a la envidia, los celos o las sospechas y manifestar siempre el mismo espíritu de amor, respeto y cortesía que desean estimular en sus hermanos. Deben prestar diligente atención a las instrucciones de la Palabra de Dios. Refrénese toda manifestación de animosidad o falta de bondad; arránquese toda raíz de amargura.” J.T. Tomo II Pág. 82/2pp
Siguiendo el concejo de los siervos de Dios:
“Dios nos habla por medio de agentes señalados, y ningún hombre o confederación de hombres ha de insultar al Espíritu de Dios negándose a oír el mensaje de la palabra de los labios de sus mensajeros escogidos. Al negarse a oír el mensaje de Dios, los hombres se encierran en una cámara de tinieblas. Mantienen sus almas encerradas y alejadas de grandes bendiciones, y al manifestar falta de respeto por los agentes que Dios designó, privan a Cristo de la gloria que le habría de tocar.” J.T. Tomo II Pág. 358/3; 359/0
“Aquí existe un grave peligro para la prosperidad de nuestra obra. Debemos movernos discreta, cuerdamente, en armonía con los juicios de los consejeros que temen a Dios; porque en esta forma de obrar sólo descansa nuestra seguridad y nuestra fuerza. De otra manera Dios no puede obrar con nosotros y a nuestro lado y en nuestro favor.” T.M. 497/1
Comparados como ejércitos en orden:
Cantares 6:10 “¿Quién es ésta que se muestra como el alba, hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden?
“¿Qué general se haría cargo de la dirección de un ejército mientras sus oficiales rehúsan obedecerle hasta tanto hayan comprobado a su plena satisfacción que sus órdenes son razonables? Ese proceder significaría la pérdida de todo el ejército. Debilitaría las manos de los soldados. En sus mentes surgiría esta pregunta: ¿no hay un método mejor? Pero aunque haya un método mejor, las órdenes deben obedecerse porque en caso contrario la derrota y el desastre serían el resultado. Un momento de tardanza acarrearía la pérdida de las ventajas obtenidas.
Todos los buenos soldados obedecen a su capitán prontamente y sin reserva alguna. La voluntad del comandante es la voluntad del soldado. Algunas veces el soldado puede sorprenderse debido a la orden que se le ha dado, pero no debe detenerse a preguntarse la razón de ello. Cuando la orden del capitán se contrapone a los deseos del soldado, él no debe vacilar ni quejarse, diciendo: No veo ninguna conveniencia en estos planes. No debe inventar excusas y dejar su trabajo sin hacer. Los soldados de esta clase no serán aceptados para comprometerse en conflictos terrenales ni mucho serán aceptados en el ejército de Cristo. Cuando Cristo ordena, sus soldados deben obedecer sin vacilación alguna. Deben ser soldados fieles, porque en caso contrario él no puede aceptarlos. A cada alma se da libertad de elección, pero después de que un hombre se ha alistado se requiere de él que sea fiel como el acero, aunque el resultado sea vida o muerte” EV. 470/2-3
El ejemplo de Pablo:
Hechos 9:5-6,10-12 “Saulo preguntó: “¿Quién eres, Señor?” Y él replicó: “Yo Soy Jesús, a quien tú persigues. Dura cosa te es dar coces contra el aguijón”. Entonces él, temblando y temeroso, dijo: “Señor, ¿qué quieres que haga?” El Señor respondió: “Levántate, entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer”….Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: “Ananías”. Y él respondió: “Aquí estoy, Señor”. El Señor le dijo: “Levántate, y ve a la calle que se llama Recta. Busca en casa de Judas a un hombre de Tarso llamado Saulo, porque él está orando. “Y ha visto en visión a un hombre llamado Ananías, que entra, y le impone las manos, para que recobre la vista…Entonces Ananías fue. Entró en la casa, y poniendo las manos sobre él, le dijo: “Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la vista, y seas lleno de Espíritu Santo”. Y al instante, se le cayeron de los ojos como escamas, y al punto recobró la vista. Y levantándose, fue bautizado.”
“En la conversión de Pablo se nos presentan principios importantes que siempre debemos recodar. El Redentor del mundo no sanciona que en asuntos religiosos la experiencia y la acción sean independientes de su iglesia organizada y reconocida, donde la tal existe.
Muchos tienen la idea de que sólo son responsables ante Cristo por su luz y experiencia, independientemente de sus seguidores reconocidos en el mundo. Pero esto Jesús lo condena en sus enseñanzas, en los ejemplos y en los hechos que dejó para nuestra instrucción. Allí estaba Pablo, un hombre a quien Dios iba a preparar para una obra muy importante, a saber, la de ser vaso escogido para él, llevado directamente a la presencia de Cristo; sin embargo, no le enseñó las lecciones de verdad. Le detuvo en su carrera y le convenció; y cuando él preguntó: “¿Qué quieres que haga?” el Salvador no se lo dijo directamente, sino que le puso en relación con su iglesia. Sus miembros le habían de decir lo que debía hacer. Jesús es el amigo del pecador; su corazón está siempre abierto; siempre se conmueve por la desgracia humana, él tiene toda potestad tanto en el cielo como en la tierra, pero respeta los medios que instituyó para iluminar y salvar a los hombres. Ordenó a Saulo que fuera a la iglesia, reconociendo así el poder con que la invistió como conducto de luz para el mundo. Ella es el cuerpo organizado de Cristo en la tierra y es necesario respetar sus ordenanzas. En el caso de Saulo, Ananías representa a Cristo; también representa a los ministros de Cristo en la tierra, que han sido designados para actuar en lugar de Cristo.” J.T. Tomo I Pág. 396/0ip;1
El caso de María hermana de Moisés:
Números 12:1-10 “Allí María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de su esposa etíope, porque estaba casado con una mujer etíope. Y dijeron: “¿Sólo por Moisés habla el Eterno? ¿No habla también por nosotros?” Aunque Moisés era un hombre muy humilde, el hombre más manso de la tierra. En seguida el Eterno dijo a Moisés, a Aarón y a María: “Salid vosotros tres a la Tienda de la Reunión”. Y salieron los tres. Entonces el Eterno descendió en la columna de nube. Se puso a la entrada del Santuario, y llamó a Aarón y a María. Cuando se adelantaron los dos, les dijo: “Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta del Eterno, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. “No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa, “Boca a boca hablo con él, a las claras y no en figuras. Y ve la apariencia del Eterno. ¿Por qué, pues, no temisteis hablar contra mi siervo Moisés?” Entonces el enojo del Eterno se encendió en ellos, Y se fue. Cuando la nube se apartó de la Tienda, María quedó leprosa, blanca como la nieve. Aarón miró a María, y la vio leprosa.”
“Esta manifestación del desagrado del Señor tenía por objeto advertir a todo Israel que pusiera coto al creciente espíritu de descontento y de insubordinación. Si el descontento y la envidia de María no hubiesen recibido una señalada reprensión, habrían resultado en grandes males…. La Biblia nos enseña en forma especial que prestemos cuidado a no acusar precipitadamente a los llamados por Dios para que actúen como sus embajadores. El apóstol Pedro, al describir una clase de pecadores empedernidos, los llama “atrevidos, contumaces, que no temen decir mal de las potestades superiores: como quiera que los mismos ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor.” (2 Ped. 2: 10, 11.) Y Pablo, en sus instrucciones dadas a los que dirigen las iglesias, dice: “Contra el anciano no recibas acusación sino con dos o tres testigos.” (1 Tim. 5: 9.) El que impuso a ciertos hombres la pesada carga de ser dirigentes y maestros de su pueblo, hará a éste responsable de la manera en que trate a sus siervos. Hemos de honrar a quienes Dios honró. El castigo que cayo sobre María debe servir de reprensión para todos los que, cediendo a los celos, murmuren contra aquellos sobre quienes Dios puso la pesada carga de su obra.” P.P. 405/1pp,3; 406/0
Cuidado con el espíritu independentista:
“La iglesia había sido debidamente organizada, y se habían nombrado dirigentes para que actuaran como ministros y diáconos. Pero había algunos voluntariosos e impetuosos que rehusaban someterse a aquellos que ocupaban puestos de autoridad en la iglesia. Los tales aseveraban tener no solamente derecho a juzgar por su cuenta, sino también a presentar insistentemente sus conceptos a la iglesia. En vista de esto, Pablo llamó la atención de los tesalonicenses al respeto y la deferencia debidos a aquellos que habían sido escogidos para ocupar puestos de autoridad en la iglesia.” H.AP. 212/2sp
“En el tiempo de los apóstoles había algunas mal inspiradas almas que pretendían creer en Cristo, pero rehusaban manifestar respeto a sus embajadores. Declaraban que no seguían al maestro humano, sino que eran enseñadas directamente por Cristo, sin la ayuda de los ministros del Evangelio. Eran independientes de espíritu, y no estaban dispuestos a someterse a la voz de la iglesia. Tales hombres estaban en grave peligro de ser engañados.” H.AP. 225/4; 226/0